Hoy te voy a contar por qué la distancia recorrida
por un barco se mide en nudos.
Como todo, esto tiene una historia curiosa y
comprensible, y como te imaginas, no fue por casualidad.
Mira, una de las preocupaciones que tenían los
navegantes de la antigüedad cuando empezaron a realizar las travesías
transoceánicas, era poder saber donde se encontraban en cada momento y para
ello era fundamental saber qué distancia habían recorrido con el rumbo que se
habían marcado, y para ello, tenían que conocer la velocidad a la que habían
navegado.
Piensa que, hasta entonces, los navegantes no se
alejaban demasiado de la costa; se
guiaban por su conocimiento de la orografía del terreno en función el rumbo, de
la posición del sol… Y eso les permitía orientarse y saber que iban a llegar a
donde querían arribar.
Pero cuando se atrevieron a cruzar el océano se
encontraron con que la costa se perdía de vista. Navegaban por mares
desconocidos, no les bastaba con la posición el sol, sobre todo, porque si
navegaban rumbo oeste- este, le ganaban tiempo al tiempo… como le pasó a Wili
fox en al Vuelta al mundo en 80 días…
Si a eso le sumas que no había GPs, ni teléfonos, ni
geolocalización, ni tan siquiera relojes fiables capaces de afrontar una
travesía marítima, la cosa se complicaba mucho.
Por eso, una de las formas para conocer la distancia
recorrida era emplear una especie de tabla, denominada barquilla, con tres
agujeros. En uno de los agujeros se anudaba un cabo con un plomo, para que
cuando se soltara al mar, la tablilla quedara flotando en el agua, de forma
vertical y ofreciera una cierta resistencia al agua, para que no derivara en
uno u otro sentido. En otro agujero, se ataba otro cabo, que permitía recuperar
la tablilla de un tirón. Y en el tercero se ataba un cabo que previamente había
sido preparado con nudos regulares.
Cuando había que comprobar la distancia recorrida,
se lanzaba la barquilla por la popa, un marinero controlaba el tiempo con un
reloj de arena, que marcaba un periodo de 20 segundos, y el otro dejaba
deslizar por sus manos el cabo anudado a la tablilla, e iba contando los nudos
que pasaban por su mano.
Cuando se agotaba la arena del reloj se daba el
alto, y el marinero contaba los nudos que habían pasado por sus manos… como los
nudos estaban situados a una distancia regular, se podía conocer la longitud
navegada y por tanto, la velocidad que había llevado el barco.
En la actualidad, los barcos han sustituido aquella
antigua tablilla por métodos más modernos, que se llaman correderas. La
tecnología también nos ofrece métodos más fiables de medición y velocidad, pero
la palabra nudo se ha mantenido en el argot náutico para medir la velocidad.
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